Aviso a navegantes o, mejor dicho y en este caso, lectores: esta entrada contiene spoilers sobre la cuarta temporada de House Of Cards, así que si aún no la habéis visto es mejor que no sigáis leyendo. Es un consejo de amiga :)
Que House Of Cards es una de las mejores series de la actualidad no hace falta decirlo pero que esta temporada ha sido una genialidad, sí. Y es que si empezamos la ficción maravillándonos con Frank Underwood y su ambición sin límites hemos acabado esta cuarta temporada a los pies de Claire: esposa, compañera, Primera Dama y, a todas luces, esa gran mujer que hay detrás de todo "gran hombre", una fémina con determinación y fuerza que por fin está reclamando el lugar que se merece.
Tras una tercera temporada que hizo aguas al tiempo que lo hacía el matrimonio de los Underwood no tenía muchas esperanzas de que la serie remontara pero, no sólo lo ha conseguido, sino que ha elevado la calidad de los capítulos a esas dos primeras temporadas que nos hicieron totalmente adictos a las intrigas políticas y al juego sucio.
Con Claire reclamando ser algo más que la Primera Dama y sus enemigos al acecho, a Frank no le queda más remedio que reconocer que sin su esposa no es nada y tiene que ceder a sus exigencias, aunque no sin antes comenzar una guerra interna que sabe que no puede ganar. Además tiene que enfrentarse a lo que parece una derrota inminente ante su carismático adversario, el joven Gobernador de Nueva York Will Conway, y a muchos fantasmas de su pasado, pues en esta temporada se recuperan personajes como Tom Hammerschmidt, el que fuera jefe de Zoe Barnes que está cada vez más cerca de la verdad sobre el ascenso corrupto de Underwood o Lucas Goodwin, que, tras perderlo todo y salir de prisión intenta vengarse disparando al Presidente. De igual forma,un malherido Frank tendrá alucinaciones con Zoe y Peter Russo, permitiéndoles volver aunque sea brevemente.
Tras una trama frenética donde el pasado parece mezclarse con el presente para dibujar un futuro cada vez más incierto para los Underwood, y especialmente para Frank, llegamos a los capítulos finales en los que un secuestro perpetrado por terroristas obliga a Underwood y a Conway a colaborar. Las negociaciones se tuercen, ocurre lo peor y la imagen del Presidente está cada vez más debilitada así que, en un intento desesperado por mantener su posición, Claire y Frank recurren a una estrategia sorprendente: el miedo.
Final de temporada, últimos minutos del episodio. Frank y Claire están reunidos con el gabinete de crisis que presencia horrorizado cómo degollan a uno de los rehenes. Los Underwood están impasibles, sus gestos no cambian. Poco a poco se va cerrando el plano y ellos quedan como protagonistas absolutos de la escena, es entonces cuando, ante la atenta mirada de su esposa, el Presidente declara: "Así es, no cedemos ante el terror. Nosotros somos el terror". Y la temporada acaba de la manera más perversamente perfecta que puede acabar.
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