Hace cuatro días que dejamos el 2012 atrás. Desde el día 31 me he esforzado por encontrar la cara amable y positiva a un año que ha sido, en general, devastador. Devastador para la economía, devastador para el trabajo, para el bienestar, para la educación, para la sanidad... Y también devastador en el día a día de cada uno de nosotros que, poco a poco, hemos ido perdiendo un pedacito de ilusión.
Así pues, en mi propósito de encontrar algo bueno en ese 2012 que ya se nos ha ido, comencé a hacer una lista de balances de las cosas buenas y malas del año en mi cabeza. Para que me resultase más sencillo encontrar el lado positivo, realicé varias listas separadas por temas e, inevitablemente, acabé incluyendo una (que separé más adelante) en la que se engloban dos de mis pasiones: el cine y las series de televisión.
Atendiendo a éstas últimas, he llegado a la conclusión de que 2012 ha sido un año raro. Yo siempre he sido fiel al producto nacional en este sentido y todas las series que veía eran españolas. Desde Compañeros, que me pilló incluso antes de la pubertad, hasta Águila Roja, pasando por otras tantas como Los hombres de Paco, Los Protegidos o Cuéntame.
Mi cultura en series "made in USA" comenzaba y acababa con The OC, producto que me cogió en la adolescencia y me encandiló desde el piloto. En cambio, en un 2012 en el que me sentía vacía (televisivamente hablando) y en el que las cadenas han apostado fuerte por los productos importados, no he tenido más remedio que rendirme y cruzar el charco, de manera metafórica, para adentrarme en ese mar de títulos estadounidenses que componen las parrillas allí y aquí.
Para mi sorpresa, no sólo he descubierto que hay series que me gustan, sino que estoy muy muy enganchada a algunas de ellas. Por eso, puedo incluirlas en mi lista de "series favoritas" y por eso, este post tiene razón de ser. Como son varias, he decidido dividir la historia en diferentes partes, de tal modo que cada entrada hable de una historia diferente.
El volumen 1 de Mis series favoritas trata sobre The Big Bang Theory, una de las ficciones que estoy siguiendo en la actualidad.
Año: 2007
País: EEUU
Director: Chuck Lorre, Bill Prady, Mark Cendrowski
Guión: Chuck Lorre, Bill Prady, Steven Molaro, Lee Aronsohn, David Goetsch, Maria Ferrari, Steve Holland, Jim Reynolds
Música: Barenaked Ladies, Joe Fischer
Fotografía: Steven V. Silver
Reparto: Johnny Galecki, Jim Parsons, Kaley Cuoco, Simon Helberg, Kunal Nayyar, Melissa Rauch, Carol Ann Susi, Mayim Bialik, Aarti Mann, Sara Gilbert, Wil Wheaton
Productora: Emitida por la cadena CBS; Warner Bros Television
Leonard (Johnny Galecki) y Sheldon (Jim Parsons) son dos cerebros privilegiados que comparten piso. Aunque ambos se han doctorado en física y son capaces de calcular las probabilidades sobre la existencia de universos paralelos, no tienen ni la menor idea de cómo relacionarse con el resto del mundo, especialmente con las chicas. Penny (Kaley Cuoco), una vecina recién llegada que se instala en el piso de enfrente, es el polo opuesto a los dos amigos, de modo que su llegada altera la tranquila vida sentimental de Leonard y el desorden obsesivo-compulsivo de Sheldon. Penny es una chica tan normal que también perturba al resto de la pandilla: mientras que a Wolowitz (Simon Helberg) se le disparan las hormonas cada vez que la ve, Rajesh (Kunal Nayyar) se muestra incapaz de emitir un solo sonido en su presencia.
Tengo que reconocer que, a priori, el argumento no me atraía demasiado y el capítulo piloto no logró engancharme lo suficiente como para tomar la decisión de seguir la serie con regularidad. Aún así, y recurriendo al recuerdo de algunos de los tintes de sonrisa que aparecieron en mi cara mientras veía el primer episodio, me embarqué en el visionado del siguiente, alentada por la compañía de alguien que había descubierto la serie bastante antes que yo. Tras el segundo capítulo llegó el tercero, y luego el cuarto y, como no, después el quinto y, finalmente, me vi envuelta en una espiral de visionado de capítulos con aire maratoniano en el que las sonrisas (o intentos de ellas) se habían convertido en carcajadas.
Entonces descubrí que The Big Bang Theory me gustaba y que las situaciones surrealistas y absurdas que se presentan a menudo tienen más conexión con la realidad de la que en un principio creí. Y también descubrí que Sheldon Cooper, el personaje más exasperante, raro e ilógico de la historia es, en realidad, mi favorito.
Aún así, no creía posible que la serie lograse mantener su esencia durante muchas temporadas, a sabiendas de que se estaba emitiendo la sexta en el momento en el que comencé a verla, pero tengo que admitir que también en eso estaba equivocada. Lejos de perder la chispa, The Big Bang Theory se va renovando, conservando las tramas clásicas, como la atracción entre Leonard y Penny, e introduciendo nuevas situaciones de la mano de nuevos roles, como la casi relación que Sheldon mantiene con Amy o el hecho de que Howard haya sido capaz de encontrar novia.
Todavía no he llegado a la sexta y puede que la serie agote sus vías al finalizar la quinta temporada, que es en la que me encuentro inmersa ahora mismo, pero, tras observar la capacidad de supervivencia y reinvención del producto capítulo a capítulo, creo que la sexta temporada volverá a sorprenderme otra vez. Y para bien.
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