Mejor tarde que nunca (o eso dicen). Por eso, después de casi tres años desde que acabara, elegí ver Dexter de forma maratoniana y sin muchas esperanzas de que me gustara, pero reconozco que no sólo me ha gustado sino que el personaje principal me ha fascinado tanto que me ha impulsado a dedicarle este post.
Dexter Morgan es un asesino en serie. Así, con todas las letras. Y a cualquier persona en su sano juicio le parecería una locura empatizar con alguien así, pero precisamente ahí reside la grandeza de esta serie porque, y corregidme si me equivoco, todos los seguidores adoran al protagonista y, en mayor o menor medida, justifican sus acciones. Porque Dexter no es un asesino en serie cualquiera, no. Se rige por el código que le enseñó su padre adoptivo a través del cual sólo puede matar a delincuentes, así que a ojos del público es más un justiciero que un criminal.
A lo largo de la serie hemos visto la evolución del personaje, que ha explorado terrenos tan desconocidos para él como el amor o la paternidad. En la primera temporada Dexter se presenta como un analista de sangre de éxito, simpático y agradable, que pasa desapercibido. Cumple con su trabajo de manera brillante y mantiene una relación "tapadera" con una víctima de malos tratos que conoció a través de su hermana. No tiene emociones o deseos más allá de matar y desconoce una parte de su propia historia, que le será revelada gracias al macabro juego en el que le involucra el asesino del camión de hielo, gran villano de la temporada que resulta ser su hermano de sangre: Brian Moser. Cuando Dexter acepta su pasado completamente, Rudy Cooper (nombre falso de Brian) pretende que elija entre él y Debra Morgan, su hermana adoptiva, matándola como si fuera una de sus víctimas habituales. En este punto Dexter se da cuenta de que es capaz de querer, ya que está dispuesto a hacer todo lo que sea necesario para proteger a Debra.
En la segunda temporada su relación amorosa avanza y a través de Lila, que se interpone entre Rita y él, descubre la pasión en el plano más físico de la palabra. Además, y por primera vez, reconoce en voz alta la oscuridad que habita en su interior. Lila pone su vida patas arriba y Dexter acaba valorando la tranquilidad y la paz de su mundo con Rita, lo que le hace desear tener más estabilidad en su día a día.
Miguel Prado irrumpe en la vida de Dexter en la tercera temporada para enseñarle el concepto de amistad, aunque esta no acabe muy bien, sobre todo para una de las partes. Aún así, vemos un atisbo más de humanidad en el protagonista que, sumado a las enseñanzas anteriores, va conformando un Dexter más real, menos alejado del mundo que le rodea.
La familia será lo que marque la cuarta temporada. Tras su boda con Rita y el nacimiento de su primer hijo, Dexter tiene que dividirse entre sus obligaciones como marido y padre y los impulsos de su oscuro pasajero, algo que le resulta realmente complicado hasta que conoce a Arthur, un nuevo asesino en serie que comienza a actuar en Miami (conocido como Trinity) y que, al contrario de lo que cree la policía, tiene esposa e hijos. Dexter ve en él a su próxima presa pero, tras descubrir que tiene familia, se plantea aprender de él,convirtiéndolo en su modelo a seguir. Al final, la historia acaba torciéndose y Dexter aprende de la peor de las maneras una valiosa lección: la familia es lo más importante. De esta temporada procede el nombre de este post, ya que el capítulo en el que Trinity descubre la verdadera identidad de Dexter se titula así: Hola, Dexter Morgan.
En la quinta, nuestro asesino en serie favorito experimenta la culpa, ya que si hubiese matado a Trinity cuando tuvo la primera oportunidad, su esposa Rita aún seguiría viva.
En la sexta coquetea con la religión y las creencias gracias al hermano Sam, un exconvicto reformado cuya fe ha sido su salvación; y también movido por el deseo de coger a los asesinos del juicio final, que están cometiendo crímenes atroces en nombre de Dios.
La séptima temporada supone un antes y un después en la serie ya que Debra ha sido uno de los pilares de Dexter desde el principio y, por supuesto, desconocía la verdadera naturaleza de su hermano, hasta ahora. En el último capítulo de la temporada anterior Debra pilla a Dexter con las manos en la masa, y aunque en un primer momento piensa que ha sido en defensa propia y ayuda a su hermano a esconder las pruebas, más tarde descubre que Dexter es el carnicero de la bahía. Su mundo se desmorona y Dexter cree que es el fin, pero su hermana encubre los hechos e intenta entender lo que ocurre. Al mismo tiempo y para complicar más la relación entre ellos, Dexter se enamora perdidamente de Hannah McKay, una asesina a la que Debra investiga. Tras la aparición de Hannah en escena, Dexter comienza a pensar en un futuro "normal" junto a ella y su hijo, algo totalmente nuevo para el protagonista, que siempre había imaginado que acabaría condenado por sus crímenes o huyendo por la misma razón.
En la última, la relación entre Debra y Dexter es llevada al límite. Tras el asesinato de LaGuerta, Debra deja el cuerpo y comienza su carrera como detective privada lejos de Dexter, que está desesperado por reconciliarse con su hermana y poder equilibrar de nuevo su vida. Cuando parece haberlo conseguido, todo se tuerce y el protagonista comprende al fin que el pilar de su vida es y siempre ha sido Debra y que, tras su muerte, no le queda nada, por lo que lo único que puede hacer para encontrar la paz es enfrentarse a un trágico final... o no.
Por tanto tenemos a un asesino en serie que se rige por un código, capaz de amar, capaz de sentirse culpable y que entiende que la familia es lo más importante. Dicho así no se diferencia tanto de cualquier otra persona, por lo que no es descabellado que los espectadores le hayamos hecho un hueco en nuestros corazones y hayamos aceptado su oscuridad como la parte que se opone a su luz, porque si hay algo de lo que podemos estar seguros es de que, a pesar de lo que el propio protagonista ha creído siempre, Dexter Morgan es humano, tan humano como cualquiera de nosotros.
En la última, la relación entre Debra y Dexter es llevada al límite. Tras el asesinato de LaGuerta, Debra deja el cuerpo y comienza su carrera como detective privada lejos de Dexter, que está desesperado por reconciliarse con su hermana y poder equilibrar de nuevo su vida. Cuando parece haberlo conseguido, todo se tuerce y el protagonista comprende al fin que el pilar de su vida es y siempre ha sido Debra y que, tras su muerte, no le queda nada, por lo que lo único que puede hacer para encontrar la paz es enfrentarse a un trágico final... o no.
Por tanto tenemos a un asesino en serie que se rige por un código, capaz de amar, capaz de sentirse culpable y que entiende que la familia es lo más importante. Dicho así no se diferencia tanto de cualquier otra persona, por lo que no es descabellado que los espectadores le hayamos hecho un hueco en nuestros corazones y hayamos aceptado su oscuridad como la parte que se opone a su luz, porque si hay algo de lo que podemos estar seguros es de que, a pesar de lo que el propio protagonista ha creído siempre, Dexter Morgan es humano, tan humano como cualquiera de nosotros.
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